domingo, 27 de febrero de 2011

Centro argentino de teatro ciego: Un lugar donde el arte y lo social van de la mano

El Centro Argentino de Teatro Ciego es el primero y único sitio en el mundo en donde el espectador no depende de la vista y estimula los demás sentidos, ya que todas las obras se realizan en un espacio de plena oscuridad.
Luego de los aplausos y de observar detenidamente las caras de los espectadores, fiel muestrario e indicio de cómo estuvo la obra -según confiesa- el autor y productor teatral Martín Bondone, con su tonada cordobesa, se muestra feliz a la hora de hablar del Centro Argentino de Teatro Ciego, ubicado en Zelaya y Jean Jaurés, en el barrio Abasto, de la ciudad autónoma de Buenos Aires. Junto a Gerardo Bentatti, Martín hace tres años fundó este centro pionero en el mundo que tiene la particular característica de que todas sus obras son realizadas en un espacio total y absolutamente oscurecido. Es así que el público percibe la obra sin depender de la vista. Es decir, a través del estímulo de los demás sentidos (tacto, gusto, olfato y oído), los espectadores comprenden las tramas, entienden lo que va ocurriendo y captan el escenario en el que se efectúa la escena.
Según explica Martín en diálogo con «EL CHUBUT», las obras tienen dos claros objetivos: «Uno es artístico, que tiene que ver con la oscuridad como técnica, donde el espectador, estimulado por los efectos de sonido y aromas, empieza a despertar la imaginación, ya que al anular uno de los principales sentidos que utilizamos en nuestra vida cotidiana, la vista, los demás sentidos naturalmente se terminan potenciando. Y, por otro lado, un fin social que tiene que ver con la inclusión y con el hecho de generar un espacio donde los ciegos y disminuidos visuales puedan trabajar libremente sin el prejuicio de lo que representa su discapacidad y, además, que puedan desarrollarse plenamente como profesionales, ya que también generamos puestos de trabajo».  
Entre la gran diversidad de actividades que presenta el Centro, se encuentra la escuela que se desarrolla por la tarde, la cual propone talleres de tango, de coro, de teatro y técnica vocal. «La idea es abrir el juego y tratar de convocar la mayor cantidad de gente para que se capacite, y luego pueda incluirse en las obras», cuenta Martín con relación a los fines que se persiguen con los dictados de cursos».
Estos talleres están abiertos a toda la comunidad, tienen un arancel mínimo y todos se desarrollan en la oscuridad, siguiendo con la línea de las obras presentadas por el Centro. Uno de ellos es «Teatro a Ciegas», una propuesta del profesor, actor y director cubano Henry Pacheco, donde lo que se pretende es que quienes concurran, al estar privados de la vista, puedan potenciar al máximo los demás sentidos y que también, mediante ejercicios de confianza, escucha, percepción, aceptación e integración, puedan encontrar un equilibrio interno y grupal para formar un equipo actoral.
Además se realizan en total oscuridad ciclos musicales denominados «Todo Sonido», donde lo que propone, bajo la dirección general de Jesús Fernández, es romper con las distracciones y prejuicios que la imagen nos impone, para poder lograr una apreciación plena de la música.
En tanto, «Ciegas a Citas» es un espectáculo musical gourmet en total oscuridad, que rompe con todos los moldes, ya que el espectador mientras recorre los principales estilos músicales del mundo, guiados por la voz de Luz Yacianci y el pianista Carlos Cabrera, puede degustar diferentes menús y descubrir los aromas y sabores de los platos.  
Por su parte, «Luces de Libertad», una obra revolucionaria de fuerte contenido histórico, ya que está ambientada en el Buenos Aires de 1810, plantea el espíritu que animó aquel ideario. Un espectáculo que invita al espectador a percibir los olores, los sonidos de la época, los momentos de tensión y condiciones de esclavitud bajo la dependencia colonial española. La obra -que se realiza los sábados- se trata fundamentalmente de una temática profunda: la libertad. De esta manera, «Luces de Libertad» no sólo pretende que el espectador valore el sentido de las luchas libertarias sino que al plantear el tema en la más absoluta oscuridad, permite que todos, actores y espectadores, ciegos y videntes, estén en las mismas condiciones y que alcancen, aunque sea por un momento, la utopía de la igualdad entre los seres humanos.
Julia Francisquez, una de las actoras no vidente de «Luces de Libertad», no oculta su emoción al momento de hablar de cómo el Centro le cambió su vida. Luego de haber estado un año en el taller y de ser invitada por Martín, Julia comenzó a personificar el papel de «Francisca», una mujer esclava. «Cuando Martín me dijo que el papel era el de una negra esclava, como yo soy un poco rebelde, al principio no me gustó la idea, ya que no me agrada que las personas estén sometidas», detalla Julia, quien, finalmente, agrega que fue convencida por Martín y, por su parte, de a poco fue transformando a «Francisca»».
Por último, Facundo, actor y músico de «Luces de Libertad» y quien ingresó a través de un casting, define al Centro como un «espacio donde se les da a las personas con ceguera la posibilidad, poco común, de que actúen».
Fuente: DIARIO EL CHUBUT.

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